martes, 10 de diciembre de 2013

La esperanza fue lo primero que perdimos...


Siempre he querido hacer algo por mi país, estoy seguro que ustedes también. Este fin de semana estuve pensando muchísimo en eso. Y seriamente. Si vas a un supermercado, banco, notaría, registro, kiosco o carrito de perrocalientes, te darás cuenta que todo el mundo propone diversas maneras de “salir de esto”, pero ajustables a individuos distintos a ellos y sus familias, porque “es muy peligroso”. Mucha gente dice: “hay que salir a la calle”. Está bien. Salgamos hipotéticamente a la calle, pensemos, por ejemplo, en una marcha ¿Hace cuanto no vas a una donde la gente de tu alrededor no luzca sus mejores pintas deportivas, a una que no sea un conato de fiesta? Pienso que convertimos ese tipo de protesta en un evento social de esparcimiento.

Releyendo cosas que había escrito antes, me encontré con un extracto de la autobiografía de Gandhi.  Parafraseando, decía que la protesta frontal con el gobierno tiende a fracasar. Muestra de ello fue que todas sus famosas huelgas de hambre fueron hacia su propia gente. Para moverlos. Para cambiarlos. Cuando tienes a la gente contigo, puedes proponerle protestar; no antes.

Pienso que “eso que hay que hacer” no es ir a Miraflores, por lo menos no aún. este país necesita esperanza, necesita que lo despierten, que le recuerden que vale la pena volver a luchar. He escuchado a muchos decir que los saqueos y quasi saqueos de electrodomésticos les hicieron ver que este país se fue a la …. Y que ya no se sienten venezolanos. Eso es lo que quieren que sintamos.

Esto sonará un tanto ridículo, pero hace poco me quedé viendo el Ávila y me di cuenta que todo eso es mentira. Este país sí vale la pena. Así como el Ávila es inmutable y hermoso, también siguen inmutables miles de personas ¿Quiénes? ¡¡¡Ustedes!!!! Su familia y muchos otros compañeros.

La gente no quiere que le den un papelito de un candidato… ¡No! ¡La gente quiere que le digas que venezuela va a cambiar, qué hay esperanza! Que le digan que vale la pena. Que le recuerdes que el motivo de todo es él y su familia. Que lo convirtamos en protagonista, y no que le pidamos convertir a otros en estrellas.

Nosotros sí podemos hacer el cambio, sí podemos recuperar el país. La clave de todo es recordarle a la gente que antes de ser rojos o azules, fueron venezolanos. Digo fueron, porque, en este momento, muchos se sienten más identificados con otras realidades distintas a la de ser ciudadano de este país. Que no nos desanimé la tempestad, que nos anime la calma que hay después de ella.

Entonces ¿Qué puedo hacer? Animar a la gente que está a mi alrededor, hacerlos sentir capaces de hacer el cambio, recordarle las bondades que ofrece este país y, muy importante, vencer el miedo y ayudar a otros a hacer lo propio. Esto es más difícil de lograr que una marcha o quema de cauchos, pero está más a nuestro alcance. Con esto lograríamos más, lograríamos recuperar Venezuela. La respuesta está en nosotros.

 

 

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